20. Hiroshima, ma terreur

(22/VIII/2013. Genbaku Dōmu / Cúpula de la Bomba Atómica, Hiroshima. Japón)
Aquella radiografía tridimensional ansiaba abalanzarse sobre su observador.
Semejante oda a la barbarie humana trajo a mi mente la famosa carta (*) de Cornelius W. Lippmann, que suscribí desde ese instante.
Después, sin razón aparente, aposté por la música de Bob Dylan para enmudecer aquel silencio tan trepidante y retirarme respetuosamente. Sin razón aparente, como tantas otras cosas, como las bombas que fulminan personas.


(*) Carta del señor Lippmann, de Eureka, Colorado, dirigida al Secretario General de las Naciones Unidas, publicada en el New York Times:

Estimado Señor:
Le escribo para comunicarle que he decidido renunciar como miembro de la raza humana. Por consiguiente, pueden ustedes prescindir de mí en los tratados o debates que esa Sociedad realice en el futuro. Saludo a usted con atención.
Cornelius W. Lippmann
(De: “Abaddón, el Exterminador”, por Ernesto Sabato)